con mi teléfono decomisado y mi cita inminente acercándose, corrí a casa para pedir prestado el teléfono de mi hermana pequeña, puse Waze y me fui. Sin embargo, es curioso: no tenía idea de adónde iba; era casi medianoche y no es la idea más segura en nuestro hermoso país (El Salvador) salir de noche. La llamé y, para su sorpresa, pensó que estaba bromeando. Le pregunté cómo llegar a su casa. Rápidamente ella se puso en acción, me guió a su casa y se subió a mi auto, asombrada por el hecho de que yo estaba allí en un día random y en medio de la noche. Recuerdo que me emocioné mucho cuando la vi. No pude evitar sentirme como un rudo y me fui a nuestra cita que había planeado, que pronto nos sorprendería con una lluvia repentina, la batería de mi auto agotada y una fiesta de pijamas improvisada al colarse en la casa de mis padres hasta la mañana (te amo , mamá y papá). Poco sabía yo, a pesar de esa loca primera cita, ella seguiría teniendo citas random conmigo cinco años después y pronto sería mi hermosa esposa.